martes, 8 de julio de 2008

durmiendo al lado de un árbol

Por las mañanas nos despertábamos a la sombra de un árbol distinto, y nadie diría que hemos estado en Santiago de Compostela, ni el riachuelo que pasaba cerca, ni la gente que jugaba al fútbol al otro lado de la tapia. Pero sí, hemos estado allí, comiendo pulpo, paseando alegrías, viendo coger olas de lejos y preguntando a Manuel qué tal había dormido cada mañana. Nos hemos dado dos años de plazo para desandar el camino y llegar allí como se tiene que llegar, con bastón en mano y mochila a cuestas. Yo ya tengo elegido el bastón. La mochila no puede ser otra que la azul de siempre. Y buscaremos el árbol distinto para echar alguna siesta...

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