martes, 27 de noviembre de 2007

Volar

"Creo que se puede hacer volar muy alto cualquier cosa; incluso toneladas de metal, si están unidas a un principio. Si permaneces unido a un principio, harás que todo vuele".
Moebius

lunes, 26 de noviembre de 2007

patio maravillas

Bailar chotis rebelde encima de una baldosa.

Lo buscaba sin buscar, y lo encontré un día, caminando. Subo unas escaleras y me asomo a un patio. Y me quedo allí un rato mirando, husmeando, olisqueando, observando. Huele a maría y hay café recién hecho. Hay conexión y multitud de talleres. Uno de bici crítica. Patio maravillas. Calle del acuerdo. Cafetería.

el faro

Cuatro ojos apuntaban en ese momento hacia el faro,
cinco si contamos el objetivo de mi Ericsson.

El faro de Getaria, en Gipuzkoa, existe porque la isla de San Antón, conocida como "el ratón", en medio de la bahía, se confundía con los montes del fondo, lo que provocó varios naufragios, por eso en 1813 se decidió colocar un farol en la Ermita de la isla.
A Getaria llegamos un lunes al mediodía, después de una maratón y de jugar a los anuncios en Belazarte, cerca de Hernani, muy cerca de Pagoaga. Y de reírnos mucho-mucho. En Getaria nos encontramos con su faro y vimos de refilón, subido en una moto, a su pequeño farero, un niño de apenas 10 años, que nos lo encendió cuando marchábamos. Subimos paseando y subimos escaleras. Pero la puerta del faro estaba cerrada. Saltamos. Okupamos durante el atardecer una casa sin muebles y nos asomamos por cada una de sus ventanas. Vimos el mar. Miramos las olas. La primera vez que nos veíamos en su territorio. Otra primera vez de algo. Chispas.
Ya se que estoy un poco friki últimamente con esto de los faros. Pero no estoy sola.

Papiroflexia

Lo tengo claro. Lo veo todo tan claro que me pregunto (retoricamente, obvio) si es que para ver se necesitan los ojos, o basta con saltar a ciegas la cornisa que separa un lado del otro. Hace poco leí algo sobre doblar esquinas, que por cierto, me gustó mucho, pero estoy mas con eso del universo plegado, que no se muy bien que significa, pero qué coño, me gusta como suena.
Se puede estar en muchos sitios y en ninguno a la vez. Se puede formar parte de algo o pensar que ese algo forma parte de ti. Se puede plegar el universo y volver al principio o doblarlo una vez mas y pulsar reset, e iniciar una nueva partida. Se puede bailar una musica que no se oye y abrazar a los que no se tiene cerca, pero están, siempre están. Se puede caminar por el otro lado del mundo sin que los pies toquen el suelo y sentir que se forma parte de algo, que ese algo forma parte de ti...¿me repito? será que le di una vuelta de tuerca al universo y volvi al principio.... que sé yo....
Otro día más, que ahora me voy a hacer papiroflexia, a ver si recorro algún que otro planeta imaginario.

sábado, 24 de noviembre de 2007

érase una vez...

Una muñeca espacial, una luna llena
Un ático lleno de cuadros,

con olor a oleo y aguarrás
México y Cuba
El centro de Madrid
Augusto Figueroa número tres

Carreras bajo bolas de espejos
No vemos a nadie
El aforo está completo

Una raja en la mitad de la espalda

Llegamos tarde al amanecer
Miro por la ventana de atrás de un taxi,
avanzamos por Gran Vía
seguros, para colarnos por un tragaluz
15 centímetros nos separan del suelo
A miles de kilómetros de la tierra
Dentro de una burbuja
Que se infla y sube
A una nube

viernes, 23 de noviembre de 2007

La fuerza

Porque las cosas empiezan por algo. Gracias por esta canción. Ayer se bailó con ganas, sonrisas estiradas, ganas de llorar y pelos de punta. Pompas, confeti y globos de felicidad. Ya sabéis: No nos menospreciemos.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Irse

Hemos bailado, hemos seguido bebiendo, como si Madrid fuera otra vez el mismo de siempre... Y no. Y sí. Todo suena igual, todo sabe parecido. El frío es el mismo. El cielo no es muy diferente del que lleva tanto tiempo por ahí encima. La luz es como la que recordamos. Las decisiones siguen siendo igual de difíciles de tomar. Las llaves se pierden a cada rato. Los ruidos molestan más o menos lo mismo. Dormimos. Rezamos porque esto no se pare. Sacamos sonrisas de donde no las hay. Cantamos en nuestras cabecitas. Los otros nos siguen pareciendo lejos. Corremos para entrar en calor y para que nos dé el aire en la cara. Y echamos de menos. Echamos de menos hasta que duele. Y cuando duele, entonces es que estamos donde queremos estar.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

cuenta hasta 30 o 60

Es como volver a ser una niña. Como cuando me quedaba a dormir en casa de Ester. Boca arriba, mirando al cielo. Se queda dormida enseguida. En silencio, soñando. Comentarios al día siguiente acerca de las risas y los ronquidos escuchados durante la noche. Y despertar sonriendo. Y que cuente 30 o 60, como ritual, antes de levantarse. Que cada una tiene sus cositas. Pero qué gusto compartir techo y te durante unos días. Y recoger su ropa del suelo sabiendo que si no, se llevaría demasiados pelos con ella. Su llegada, como un torbellino. Su estancia, una maratón. Cuestión de resistencia. Un no parar. Y se va serena, tranquila y feliz de que la agenda haya estallado de tanto llenarla.

martes, 20 de noviembre de 2007

El libro de las ilusiones

"...El libro se abrió por la mitad y vi que había una frase subrayada con un tenue trazo a lápiz. Les moments de crise produisent un redoublement de vie chez les hommes. Los momentos de crisis producen una vitalidad redoblada en los hombres. O más sucintamente, quizá: los hombres sólo empiezan a vivir plenamente cuando se ven entre la espada y la pared".
Paul Auster

jueves, 15 de noviembre de 2007

Infulas y dichos

Me gusta dormir en una cajita de zapatos con sábanas y mantas. Con un pijama prestado. Con las pulseras puestas, para oírme mientras duermo. Que me despierte el sol que entra por el otro lado del patio. Ver como una mosca vuelve locos a los vecinos de cuarto. Mirar el reloj y decir una hora que no es. Y luego ponerme los calcetines para subir a la parte de arriba, a robar esos cinco minutos de sueño en plena multitud de tres. Y entonces despertarme riéndome, como en el mejor de los días. Y desayunar mientras suenan las notas arrancadas al bajo. Comer tres trozos de mango que sobraron de la ensalada de anoche. Bajar al metro en ascensor. Volver al barrio, al sur. Ver las ventanas nuevas. Probarme los pantalones que han venido desde tan lejos. Hablar con vecinos que ya casi no conozco. Oír al Kinski bufar por Embajadores. Comer lentejas de hace dos días. No dormir la siesta. Atar cintas, una detrás de otro. Encontrar a Koralie. Morderme la parte de dentro del carrillo mientras me olvido en lo que estaba pensando. Fregar los cacharros. Colocar esa ropa que siempre se descoloca sola. Abrir la puerta. Empezar a pensar en dos collages de encargo, los primeros de mi vida. Sonreírme por dentro, porque a ratos me hago más gracia que nadie. Volver al rojo.

Así es como se pasa un día después de un Master de esta Escuela de Color. Sí, ayer hubo Master. Estuvimos las seis y todavía me tintinean los rones. Me encanta que tengáis ese sentido del humor tan santo. Que os gusten las lentejuelas y los colores, toditos para una de nosotras, por ser desde hace rato. Y ya sabéis, hay que recuperar esas palabras de nuestras madres, como ínfulas, y esos dichos de las abuelas, como aquel de Hombres que pesan como mantas y arropan como sábanas. Tengo un tesoro, y no se lo he copiado a nadie, me ha ido llegando poco a poco, año a año, nena a nena.

martes, 13 de noviembre de 2007

sábado, 10 de noviembre de 2007

hoy soy plateada

después, después busco el silencio
me sumerjo en un vaso de agua
y es allí donde lo encuentro

es el mejor silencio de todos los posibles

hoy soy plateada

......


no se que fue lo que pasó ayer
que hoy, hoy me ha dejado plateada todo el día
y nunca había estado yo plateada
nunca nunca nunca en toda mi vida

.......

desde el balcón ya nunca veré sólo un patio con ventanas en el suelo
desde el balcón ya nunca la pared de enfrente será blanca
desde el balcón ahora se ve, tatuada en el muro
una sombra, permanente, de una figura de dos
única, indivisible, inapreciables dos.... solapa...dos
y el sol
que no es oro sino plata

hoy tengo la sensación de que todas las palabras han salido del alma.
de que alguien ha tirado de una cuerda para sacar un cubo que estaba dentro de la profundidad de un pozo
y dentro del cubo, el agua
y dentro del agua, las palabras
susurradas
hoy cierro los ojos y te veo
sereno

............

y exprimiría naranjas hasta el infinito
para que la sensación que hoy tengo
que es la misma que justo antes de dormir
se prolongara el resto de mi vida
plateada


jueves, 8 de noviembre de 2007

Más música

Acabo de escuchar el vídeo de The Gift, no estoy muy segura de si se escribe así, pero nosotras nos entendemos. porque las nenas nos entendemos. He visto que alguien ha incluido un vídeo de Facto Delafé y de las Flores Azules, son grandes de la vida. No puedo parar de escuchar su segundo CD, espero con ganas ese concierto. Con muchas ganas, muchas muchas. Sin duda han pasado a ocupar la lista de los grandes grupos nacionales para mí, junto a otros grandes como Maga, La Casa Azul, Standstill (los últimos trabajos), Vestuta Morlan (no tienen CD pero cuando lo saquen arrasarán) Love of Lesbian, que compartirán escenario con Facto Delafé en Madrid, lo cual promete doblemente, incluyo a los Mallory Knox, soy incondicional seguidora, por supuest. Estoy segura que, en breve, aumentará esta lista, pero si tenéis alguana aportación no dudéis en hacerla, las espero.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

dame estrellas o limones

"Para poder olvidar alguna pena muy grande,
te besaré en espiral,
cuando no mire nadie".

Kabai


Quería haber hecho esto allí, pero a veces el tiempo no deja tiempo, no te regala momentos en los que poder sentarte delante de un ordenador y dejar que lo que veas, sientas o percibas, fluya sin más de la cabeza a la punta de tus dedos. Así que me toca escribir de allí desde aquí. Y eso significa contar con que algo se quedará por el camino. Pero también está la seguridad de que lo que se quede en rojo, es porque se va a quedar para siempre.

El último recuerdo antes de aterrizar en Munich es un río que recorre serpenteando un continente, un mar luminoso a lo lejos y mi mirada venciéndose por el sueño mientras se concentraba en la condensación congelada en la ventanilla de avión. El resto son todavía como sueños, coletazos de ese viaje que nos ha vuelto a colocar en algún sitio que es más nuestro que nunca. Y es que ahora tenemos otra certeza, y es que después de tanto recorrido, nos sigue gustando viajar, viajar juntos.

Podría empezar por cualquier pequeña historia, como esa en la que nos emborrachamos lo justo para abrazar a Akio sin preocuparnos de que a los de allí les perturba tanto el contacto físico. O por esa que demuestra que la casualidad viaja con uno, y hace que nos encontremos a Keitaka justo en el momento en que los estamos llamando por teléfono. También podría recrearme hasta la saciedad en esa mañana pasada en medio de cientos de monos que se despiojan con el concienzudo amor que lleva consigo lo gregario. Sí, encontré a mis monitos congelados de
Baraka, pero no estaban congelados, sólo mojaditos, pero igual mereció la pena llegar hasta allí y mirarles al fondo de los ojos. Igual podría explicar ese momento en el que nos rebautizamos como Manolito y Francisquilla para intentar sobrellevar las noches mal dormidas y reírnos de nosotros mismos mientras nos rodeaba un idioma imposible hasta en sus cosas más simples. Y recordar esa minúscula habitación de 30 metros cuadrados en la que dormían 16 tíos a cual más de su propio planeta, a cual más a su singular estilo, a cual más ruidoso a las horas más intenpestivas. ¿Y ese momento en el que dejo que la primera cena que hacen Keitaka para nosotros se me deshaga en la boca y miro a Manolito y en sus ojos veo el mismo sabor que en los míos? Luego podría escribir durante horas sobre lo que se siente cuando un terremoto te despierta en mitad de la noche, y lo confundes con un sueño, y luego te enteras que gracias a que era vertical y no horizontal, que si no... También está el sonido de Cascabel, que nos abrió un templo budista para dormir y nos habló en un inglés de otra galaxia. Igual me podría parar en esas hojas rojas, diminutas y divertidas que van cubriendo todas las montañas japonesas en otoño. Porque allí también es otoño, porque también allí da la sensación de que siempre es otoño. Y si me alejo de todo esto y me meto en el mismísimo centro de Tokyo, podría describir cualquier momento de Blade Runner, de ese futuro que nos persigue, de ese futuro que puede que nos alcance. Diego y su casi año y medio en el país del sol naciente. A lo mejor sería capaz de describir esa sensación tan extraña que me provoca ver tantos bolsos de Chanel y Luis Vuitton fuera de los escaparates, andando por la calle, subiendo al autobús, sentados en el metro... Lo que no podría describir nunca, ni si quiera por aproximación, es el silencio, el detalle, el cuidado, la limpieza, el orden y esa prisa, que es la misma que la de aquí, pero elevada a la quinta potencia. Prisa por tener prisa. Un principio de la dinastía Edo. Comer sorbiendo lo más que puedas, porque tienes prisa y tienes que demostrarlo. Todo el mundo durmiendo o agarrado al móvil en el metro. Es el triunfo de Tokyo sobre Kyoto. Es uno de esos triunfos que a veces no entiendo. Como a ratos no entiendo esas posturas que hacen que jóvenes nipones escondan la nariz tras una tira de tela, coloreen sus ojos con lentillas imposibles y decidan pertenecer al mundo de los muertos y celebrar un pincnic todos los domingos de su vida. Las lolitas gotitas por lo menos te regalan una sonrisa y unas fotos sin problemas. Las seguidoras de los colores del arcoíris te dan una V de victoria a la mínima. Y los seguidores de Elvis bailan o pasean tupés abstractos en sus motos. Lo mejor, las abuelas que te regalan un bollo cada mañana y la paloma sagrada de Nagano que quería nuestro desayuno a toda costa. Manolito vestido con un quimono de algodón diciéndome que me huele el pelo a Aluche. Megumi, nuestra panadera de Panamá, que llego trayendo un saco de arroz de las montañas y diciendo que sólo duerme 4 horas al día. Y cuando encontramos, otra vez gracias a la casualidad que nos llevamos desde aquí, el Nana, un bar flamenco del que nos habló un amigo. El monte Fuji, allí a lo lejos, y encontrado como por sorpresa. Los pobres que viven debajo de los puentes y en los jardines, que tienden su colada ordenadamente al sol. La gente invisible que decora los árboles en algunas calles. Puro arte callejero, puro arte natural. El paraíso de los craft. Contar el recorrido que hicimos montados en bici en la ciudad de las bicis. Recordar las dos horas que me pasé en una librería. Dar vueltas y más vueltas alrededor de una restaurante de tempura sin encontrarlo. Al final, comimos tempura. Al final, lo encontramos. Decir que tengo una amiga para toda la vida en aquel lado del mundo... En fin, contar nuestros 15 días en Nippon, llenos y estridentes.

Pero yo no quería empezar por nada de todo esto... Yo quería empezar por Nagano, por un día luminoso en el que paramos delante de una tienda de mascotas y alguien dijo a mis espaldas Kabai... Me di la vuelta, y había un señor mayor, arrugado por la vida, con los ojitos casi cerrados, que señalaba mi espalda, justo donde coloqué mis flores-sueños de México. Kabai... Keitaka me había dicho lo que significaba al poco de llegar, pero yo igual miré al señor como si no entendiera. Entonces él, se beso la palma de la mano y la posó en mi espalda. Kabai... Hay pequeños milagros por los que merece la pena atravesar el mismo infierno.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Brindis a una amiga (Lease rapeando al son de Facto Delafé y las Flores Azules)

Tan lejos y tan cerca
Te veo como ayer,
El tiempo no pasa
La distancia no daña
Igual de cercana, te siento, te quiero
Relación intacta
Tan lejos y tan cerca
nada cambia
Me sobran las palabras, la mirada nos bastan
Reímos, compartimos, nos abrazamos, nos queremos,
nos comprendemos,
me haces cómplice, te hago cómplice
Tan lejos y tan cerca
Te veo como ayer
Como ayer

sábado, 3 de noviembre de 2007

Doña Jimena





Quiero ser Doña Jimena,
pero en plan manga...
.

en minifalda
.
.

defender el arroz abanda
junto a Rodrigo
mi amor de ojos verdes.
Quiero empuñar, de vez en cuando
para distraerme, a Tizona,
y finalmente descansar,
en un bonito lugar de Burgos
juntos para siempre.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Exámen

Se va tan deprisa la luz que cuando quieres mirar el atardecer ya ha anochecido. Lejos de la ciudad se piensa más, se piensa mejor. Lejos de la ciudad hay más cielo, más montaña, más verde y más tomates. Tomates que cuelgan angustiados porque ya no aguantan más en la rama. Y piensan "córtame, cómeme, que si no, un pájaro me picoteará". Se escuchan más ruidos, de grillos, y también de ambulancias, que corren...de avispas despistadas que, como yo, se resisten a que empiece el frío.
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Llevo restos de verano en la uña gorda del pié izquierdo. Me vengo y me enclaustro para concentrarme, y llevo horas dando vueltas, entre te pakistaní, cigarros y alguna descarga musical. Me rondan un par de gatos ariscos que me piden a maullidos que les abra la puerta. Ellos también quieren cenar fuera y ver de qué color viste hoy el silencio. Abajo, en la bodega, viste color canela. Y huele a húmedo y a serena borrachera. Arriba, en la azotea, viste de azul y huele a pinos. En el lugar más especial el silencio suena, sí, a tintineo; y se viste de amarillo, y juega el silencio con unas peras que crecen graciosamente, pero agobiadas, dentro de botellas de cristal.
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En la mesa, el silencio juega a ser editor de un telediario y a establecer pautas para el criterio, o criterio para las pautas. Qué noticia es más importante, qué imagen engancha más, que va dentro y qué va fuera de una información. Elige. Descarta. Elige bien. Descarta bien. A 20 horas del examen al que con menos fe y ánimo me encaro. En el aula también estará el silencio, y se vestirá de sudor y uñas mordidas. De puntas de lapiceros rotas y capuchas de bolígrafos azules y negros. El rojo no se puede usar en los exámenes. Mi color favorito es de mala educación, dice el protocolo. Descarto rojo, pues.
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Tengo un montón de rotuladores de colores pululeando alrededor que piden que les deje ya en paz. Que ellos quieren dibujar soles y caracoles y no minutados de telediarios. Si los editores usaran más colores, los telediarios serían geniales. Y probablemente no me haría falta una oposición para recuperar mi trabajo.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Cuando ya no importe

"Otra vez, la palabra muerte sin que sea necesario escribirla. Hay en esta ciudad un cementerio marino más hermoso que el poema. Y hay o había o hubo allí, entre verdores y el agua, una tumba en cuya lápida se grabo el apellido de mi familia. Luego, en algún día repugnante del mes de agosto, lluvia, frío y viento, iré a ocuparlo con no sé qué vecinos. La losa no protege totalmente de la lluvia, y además, como ya fue escrito, lloverá siempre".
Juan Carlos Onetti

Competencia

Nenas. Atención. Hay otras nenas por aquí que tratan de hacernos la competencia. Manos y dedos a la obra. Con buen rollo pero sin sin tregua...a por ellas!!!