Paseo por la noble villa con mi chubasquero rojo y mi rh negativo. A lo lejos, se la ve abrigada por los montes, modestos pero decididos, que sin embargo no evitan que el frío de un mar antipático le cale para siempre los huesos. Juguetea la ría con ella y las enormes grúas que beben en su márgen se convierten, sólo para miopes, en coloridas cigüeñas de metal.
miércoles, 22 de abril de 2009
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