miércoles, 30 de septiembre de 2009

Una docena de primos

En la casa de mis abuelos siempre éramos muchos niños en Navidad. Una docena de primos. Era un sexto piso, y desde la ventana es donde me pareció, una Nochebuena, ver una luz mágica que quería decir que el niño Jesús había nacido ya. Había una mesa sólo para nosotros. Los mayores bebían, las madres traían platos con comida, jugaban a las cartas hasta las tantas, fumaban, reían...Después de cenar nos íbamos de excursión a pedir el aguinaldo a todos los vecinos del bloque. En algunas casas nos invitaban a pasar y cantábamos dentro, entre los niños de otras familias. A la vuelta, nos metíamos en el baño de los abuelos y rebuscábamos entre las cosas de la abuela hasta encontrar sus pinturas. Nos pintábamos los labios y los coloretes, y salíamos al salón a que nos vieran los padres. En esa casa jugábamos a las tinieblas y allí empezaron a fumar los más mayores. Raquel, Iván, Marta, Arancha, Rubén, David, Silvia, Susana, Dani, Lidia, Pedro, Belén...Siempre acabábamos, de madrugada, todos acurrucados en la cama de mis abuelos. Hoy no hemos estado todos, aunque hemos intentado acurrucarnos viendo cómo los abuelos se han vuelto a dormir juntos.

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