miércoles, 30 de enero de 2008

cuesta de enero

“Si se pasa la cuesta de enero, ya se ha pasado todo”, decía. Pero murió dos días antes de que se acabara el mes. Un 29 de enero de hace ocho años. Era un hombre gordo, de pelo blanco, tez morena. Tenía grandes bolsas bajo sus ojos y una papada de impresión. Su voz, ronca. Era sastre, como su hermano. Nació en Badajoz y su taller era el que arreglaba los trajes y las chaquetas de la gente pudiente de la ciudad. Le gustaba comer. Mucho tocino, mucho chorizo, mucho jamón. Le gustaba el bar de abajo...Se mudó a la capital arrastrado por uno de sus hijos. Vivió en la calle San Bernardo, luego en Campamento, luego en Móstoles. Casi no me acuerdo de él.

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