domingo, 14 de diciembre de 2008

Cocido en un rincón


A quien madruga, Dios le ayuda. Eso dice el refrán. Nos hemos levantado al alba y ha merecido la pena ver clarear la sierra toda blanca. Había tanta nieve que hasta la luna se ha quedado un rato más para disfrutarla. Resonaban en las pisadas las canciones de Javier Krahe de ayer noche. ¡Cuánto nos reímos con este buen hombre y sus historias, tan bien escritas, tan bien hiladas, tan (algunas) delirantes, surrealistas! Ya en la urbe, he subido a casa con el periódico en una mano y un croissant en la otra. Me han acompañado en mi solitario desayuno una maleta verde vacía, una guitarra muda y un árbol navideño apagado. Los guardianes del tragaluz me han convencido para que, después de acabar el café hirviendo, me subiera el periódico a la cama. Poco periódico, mucha cama. He amanecido nuevamente bien entrado el día, a eso de las 13.30h, que para un domingo no está mal. Dispuesta a mis quehaceres (organizar lo inorganizable, hacer unas judías blancas, seguir leyendo el periódico...) el matrimonio Pechi-Alex me ha propuesto un cocidito en el Rincón y así, con sopita de fideos y garbanzos y otro café hirviendo, vamos a ver cómo se nos da la tarde. Con dulces navideños y música de Maceo Parker espero a que alguien toque el telefonillo.

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