Cada vez tengo más facilidad para perderme en contemplaciones absurdas y prolongadas, y, encima, disfrutarlas. Y entonces, unas simples pinzas de colores me llevan de vuelta atrás sin que me dé cuenta, mientras todo pasa a mi alrededor sin que me toque, y el sol me dé justo en la parte alta de la nuca. Menos mal que tengo un patio trasero en mi vida.
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