lunes, 17 de septiembre de 2007

globos de colores


Una hilera de globos de colores ha quedado abandonada en la calle Amaniel. A merced del viento que provocan los pocos coches que pasan ya a estas horas por aquí, los globos se sienten perdidos. Después de la fiesta nadie quiso llevárselos y ahora adornan el asfalto. Algunos se esconden, miedosos, en los bajos de los coches. Otros, tímidos, tratan de pasar desapercibidos ante la gente que va calle arriba o calle abajo tratando de afrontar que acaba el fin de semana. Distintas actitudes con los globos. Un chaval pasa y no puede evitar lanzar a uno de ellos, al rojo, una patada. Con la patada el cordón se desata y los globos dejan de estar en cuadrilla para bailar a su bola en el paso de cebra. Una chica pasa y no puede apartar su mirada de ellos hasta que los ha dejado varios metros atrás. Los globos de colores dan un toque mágico a la noche de domingo, a la calle, y al barrio. Un treintañero, les pone música con su mp3 y no puede evitar pisar uno y reventarlo. Los otros, que ya estaban lejos de su compañero, se apartan aún más. Yo les hago fotos. Mientras, se dispersan entre los huecos que hay entre los coches. Supero el momento en que se me pasa por la cabeza subirmelos a casa. Decoración urbana. La dejo en paz. Me doy una vuelta a la manzana y cuando vuelvo sólo quedan un par de cadáveres de goma azul, y el cordón. Miro bajo los coches y ni rastro de los globos. Igual se han cambiado de calle. Igual se han cambiado de barrio. Igual se han ido a descansar, porque para los globos, como para mí, empieza el fin de semana.

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