En aquel banco, Nuria habló de su gato, que tenía la manía de comerse alguna de las teclas de su ordenador. Contó la historia de sus padres, los dos catalanes que llegaron a Metrallo para coser medias. También recordó a Cameron, ese hombre, su hombre, que se la ganó en un avión con sus historias de piratas y lagos perdidos en Venezuela. Y se emocionó con aquella vez que un rayo rojo le atravesó el cuerpo cuando conoció a un músico norteamericano que le dio la vuelta a su vida, en los dos sentidos, el bueno y el malo. Al día siguiente subimos en el Metro Cable a una parte distinta de la ciudad, a un Medellín que no era el que era. Comiendo dijo: "Nos veremos en Asia".
Justo ayer, llegó Nuria a Thanao Road, dando saltos, de la mano de Cameron, con una borrachera del trece y otro montón de historias que contar. También traía un vestido de mil puntadas de regalo y otra promesa: "La siguiente, nos vemos en Madrid". Pues eso, por los deseos que se cumplen y las puntadas que se dan.
2 comentarios:
esto pide un post titulado "el rayo rojo" con la historia...tan fantástica!!! por la gente que conecta a la primera, como si te estuviera esperando, fácil, lindo...
que bueno reencontrarse en este mundo que se da la vuelta como un calcetin!
un beso para nuria y otro para ti, rubia!
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