jueves, 12 de junio de 2008

Guadalupe, la nena mágica




Cuando nos hablaron de Guadalupe hace muy poco que había dejado de ser una premonición. Su padre le preguntó al Rana si creía en las brujas mientras que íbamos subidos en el techo de un coche desde Real de Catorce a Watley. En aquella conversación volvió a salir Catalina la Española, esa bruja que parece conocer casi todo el mundo que pasa por México. En su momento, nosotros decidimos que la visita para verla sería en otro viaje, en otro momento, pero después de la historia de Nico, después del aviso que le dio a Daniela, después de hablar de Guadalupe cuando sólo llevaba una semana de existencia fetal, cambiamos de opinión y decidimos ir a verla con nuestros chilenos preferidos, cuando estos volvieran a San José del Pacífico para decirle a Catalina que su premonición iba a ser una realidad dentro de nueve meses.
Pero antes, llegamos a Watley y encontramos al señor Tomás. Nico, el Rana y yo nos fuimos en busca del señor Peyote, mientras que Daniel se quedaba a esperar. Era su cumpleaños y no quería que Guadalupe se llevara una buena caminata hasta la Finca Margarita y un viaje gratuito. Nico le llevó de regalo la flor de su primer peyote y una tarta recién hecha en el pueblo. Daniela se río hasta decir basta de nuestras caras y de nuestros dos arcoíris vistos sobre el cielo del desierto. Después de unos días de guacamole y charlas interminables, volvimos al DF. Allí nos volvimos a encontrar con nuestros actor y nuestra arquitecta, que con sus poco más de 20 años hicieron que pasáramos unos días de tranquilidad, nuevos amigos y cenas difusas. Nos despedimos de ellos para volver a encontrarnos en San José del Pacífico. El Rana y yo partimos primero y al llegar allí, Catalina se descubrió como el personaje del que habíamos oído hablar y nos regaló un personaje cercano, divertido y generoso, del que nadie nos había contado nada. Catalina, la Bruja con cara de bruja que vivía a base de setas, ajedrez, maría y pescado, la Española que encontró en México su tierra porque allí nadie se extrañaba de que hablara con los muertos o escuchara a Jesús --al que abroncaba siempre que podía, por cierto--, la Doña que cobrara lo mínimo por una habitación y daba de comer a todo el que estuviera por allí, la Nena que cantaba canciones, que tenía dos trajes de sevillanas en su armario, que hablaba a los árboles para que bailaran, que reñía a sus gatos cuando no le avisaban de las malas compañías, que me regalaba todas las mañanas algo pequeño, y que se reía cada vez que ganaba una partida de ajedrez al nicaragüense. Después de unos días, llegaron Nico y Daniela. Verles hablar con Catalina fue un regalo, no porque fuera especial, si no porque fue todo lo contrario de lo que uno habría esperado, fue tan normal, tan poco extraordinario. La buena de Catalina parecía que no acordarse de nuestros chilenos y su buena noticia. Después de un buen rato, lo único que Catalina le dijo a Daniela fue: "Tienes que comer setas para que tu niña te nazca mágica". Nos volvimos a despedir de los chilenos cuando nosotros poníamos rumbo a la Riviera Maya, y nos despedimos con la promesa de pasarnos por Valpo para verlos antes de volver a España. Por mil razones, no cumplimos nuestra promesa.
Estando en Africa, llego un mail. Guadalupe había nacido. Unos meses más tarde, cuando ya andábamos de vuelta en Madrid, recibimos otro anunciando que Guadalupe era un terremoto, con unas fotos que daban fe de ello. Y hace unos días Nico escribió esto: "Chicos, me asalta una duda, ¿donde estarán el 11 de junio? Al parecer nosotros (los 3) en Madrid. Podríamos vernos, no?". El mail llegaba el 2 de junio, y ellos han llegado el día 10, perdiendo el vuelo que les traía desde París, pero han llegado, y con ellos ese pequeño torbellino que es Guadalupe, esa nena mágica a la que no le gusta la silla, porque prefiera caminarrrrr!!!!, que devora fruta, que viene a la cocina y te pregunta por su mamadera como si te estuviera preguntando por el principio de todas las cosas, que ha hecho turismos por los parques infantiles de parte de Europa, que pide que la jaleen con su nombre ("Lup, Lupe, Lupe!!!!, dice, así en bajito, para que la sigamos) cuando la están dando de comer, que no escucha a Nico cuando razona con ella, que saca partido a cualquier cosa, que cualquier cosa convierte en juguete, que no se siente sola ni peque entre mayores, que tiene estrellitas en los ojos, que en dos días se ha quedado con un cachito de nuestros corazones, que es mágica porque sí, porque es Guadalupe.

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