sábado, 21 de junio de 2008

verano


Doy la bienvenida al verano en bikini, en una mañana de sol caliente y ruidos de patio de vecinos. Con muertes en mi balcón* y colores que se desparraman por el salón y la cocina. Bebo alternativamente un cortado con hielo y un zumo de mango, fresas y limón. Apago el pitillo y me recojo el pelo, me retiro el flequillo. Busco chanclas y leo los suplementos del periódico y la columna de la contra. Doy la bienvenida al día más largo y a la noche más corta, con mil agobios pequeños y los miedos típicos de la gente de mi edad, que no sabemos si ir o volver, cuando ya no podemos disimular que somos mayores, y luchamos por no perder la niñez que llevamos dentro y se nos cae por el agujero del bolsillo. Hacemos la renta y nos gusta jugar a lo mismo que hace mil años, en verano, en el barrio, con la comida preparada en casa. Cuando lo único que teníamos que hacer era la cama y estudiar. Abro maletas que huelen a playa y a paella, a noches de terrazas infinitas, a músicos callejeros, a tinto de verano, a gazpacho y vichissoise. Las plantas de mis pies se vuelven negras y de lejos, se escuchan las olas, y las estrellas. Quedan tres meses de verano y nueve para que vuelva la primavera, a la que, lo dice Tom Waits, no podemos retener.


*ya se que es muy difícil, pero creo que mis geranios han palmado





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