Por unos instantes se me han subido los nervios a las manos y me he agarrado al potro de tortura de la consulta del ginecólogo como si estuviera sentada en la primera fila del vagón de la montaña rusa más grande del mundo mundial, y sólo porque en esa pantalla a la que hay que ponerla tanta imaginación se veían cinco deditos con una nitidez tan tremenda que daban ganas de arrancarse con ese juego infantil que acababa con aquel: "Y el más gordito se lo comió".
miércoles, 13 de agosto de 2008
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