miércoles, 27 de agosto de 2008

la comarcal 501

Hoy he recorrido por primera vez la comarcal 501, una carretera por la que me han llevado o he conducido mil millones de trillones de veces, pero hoy era una primera vez porque la comarcal 501 ya no es la que era, ahora es otra, con dobles carriles, con velocidades supersónicas, con curvas cambiadas, con cuestas distintas... El recorrido de hoy lo he hecho feliz, pero pensando que tengo que borrar un montón de información que ya no me sirve, y me he dado cuenta que ya no puedo hacer el recorrido de mi infancia con los ojos cerrados, que ya no me sé para dónde van las curvas, y claro está, me ha dado un pequeño ataque de pena. Se me ha pasado, pero le ha seguido un pequeño ataque de nostalgia cuando me he recordado metida con todo la familia en uno de los interminables atascos que principio de verano. Estábamos los cuatro, parados ya en Villaviciosa, mi hermano y yo fuera del coche, andando un poco, y todos tranquilos porque nos quedaba por delante un verano entero que pasar descalzos y asilvestrados. Luego me he visto en el Ocho y Medio de mi hermano, en esos viajes que duraban el doble de lo que durarían normalmente, escuchando nuestra música, compartiendo tabaco y agarrándonos las ganas de llegar al pueblo. Todo esto pasaba mientras recorría el nuevo tramo de la comarcal 501. La normalidad ha vuelto cuando al final he entrado en el tramo antiguo, en el que todavía no ha cambiado. Qué sensación rara. Ha sido como cuando entré hace años en la nueva estación de metro de Plaza de España y ya no había baldosas blancas en las paredes, sino esos paneles que cubren ahora todo el metro de Madrid. No me gustó la sensación, sólo respiré al llevar al final de las escaleras de la línea 10. Al mirar al techo me encontré con el eterno mosaico de los signos del zodiaco.
A ratos pienso que me hago mayor.

No hay comentarios: