miércoles, 21 de noviembre de 2007

cuenta hasta 30 o 60

Es como volver a ser una niña. Como cuando me quedaba a dormir en casa de Ester. Boca arriba, mirando al cielo. Se queda dormida enseguida. En silencio, soñando. Comentarios al día siguiente acerca de las risas y los ronquidos escuchados durante la noche. Y despertar sonriendo. Y que cuente 30 o 60, como ritual, antes de levantarse. Que cada una tiene sus cositas. Pero qué gusto compartir techo y te durante unos días. Y recoger su ropa del suelo sabiendo que si no, se llevaría demasiados pelos con ella. Su llegada, como un torbellino. Su estancia, una maratón. Cuestión de resistencia. Un no parar. Y se va serena, tranquila y feliz de que la agenda haya estallado de tanto llenarla.

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