martes, 9 de octubre de 2007

Peñalara


Todo parece menos difícil cuando lo haces la segunda vez. Las subidas son menos subidas. El tiempo es menos largo, o se acorta. Lo bueno, es que, aunque hagas algo por segunda vez, casi nunca pierde la belleza de la primera. Además, puede que cuando repitas, ocurra algo nuevo. Esta vez pasó eso. El aire se llenó de mariquitas. Mariquitas por todas partes. Mariquitas que descansaban a la sombra de los pedruscos. Mariquitas que se mecían tranquilamente agarradas a una hoja. No sabía yo que a las vaquitas de San Antonio les gustaran tanto las alturas. Y así, entre estas divertidas compañeras, nos subimos al pico de Peñalara. Y subiendo y subiendo, se me fueron quedando todos los problemas abajo, bien abajo. Cuando llegamos arriba se me había esfumado el pequeño enfado existencial.... Nenas, por los días soleados y claros en pleno mes de octubre.

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