jueves, 20 de noviembre de 2008

la regla de los tres días

Uno quiere pensar que no hay leyes ni reglas. O se convence de que es así. O se engaña con toda la gracia del mundo. Pero la realidad está siempre ahí, para hacerse notar, para cambiar las cosas, o para dejarlas como están. Así que un buen día, uno desanda el camino que ando hace unos tres años por los cerros de Valparaiso y se da cuenta de que sí, que hay pequeñas leyes, pequeñas reglas, que rigen pequeñas cosas, como una simple amistad. Y a Nico y Daniela, desde que los conocimos, los hemos visto tres día en Real de Catorce, tres días en México DF, tres días en San Pedro del Pacífico, y tres días en Madrid. Y ahora que nos tocaba devolver la visita estaba claro que sólo podíamos pasar tres días en Valapo. Ya lo hemos hablado: no se puede romper la norma; tal vez al cuarto día se rompa todo, y ya no haya nunca más otros tres días. Así que hemos prometido seguir viéndonos de tres en tres días. Es bueno saber que uno ya tiene comprometidos tres días de su vida, haya donde sea y cuando lo pida el momento.

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