miércoles, 12 de noviembre de 2008

puntos negros

Hay ciertos lugares en los barrios en donde suceden las cosas malas. Son puntos negros en la geografía íntima de los que los habitan. En Aluche, uno de esos lugares era “LaPota”, el callejón que yo veía de niña desde mi ventana. Lo hacía tras los bisillos, para que “ellos” no me vieran a mi. Allí los jóvenes del barrio se reunían después del instituto para beber cerveza en litronas y para fumar porros. Allí se vendían y se compraban cosas. Allí iban los malos.
Otro de los lugares eran los soportales que yo podía ver desde el tendedero de casa. Justo a la puerta de lo que fue durante un tiempo “el gimnasio de los malotes”, donde aprendían artes marciales, por entonces, sólo había judo o karate. Esta tarde, 15 años después de que me asomase por última vez a ese tendedero, volvían a pasar cosas malas allí. Un chaval con la boca descolocada y el riñón abollado, lleno de patadas, conseguía ponerse en pié con tal rabia que parecía que iba a echar a volar. Como un demonio salía detrás del que le acababa de pisotear la cabeza, veloz, con el nervio que te da la venganza. Con los dientes apretados, con los ojos encendidos, sangrando.

No hay comentarios: