martes, 18 de marzo de 2008

¿que has dicho qué?


Lo que más le extrañó a mi padre de Londres fue que hubiese tantos mendigos húngaros. "¿Y por qué sabías que eran húngaros, papá?", le pregunté sorprendido por aquella repentina focalización de la pobreza. "Coño, porque en los carteles habían escrito: 'I'm hungry'". Cabe aclarar, para salvaguardar un tanto el honor de mi viejo, que es un hombre imaginativo y que en sus tiempos era francés lo que se estudiaba en los colegios.

Así que no me sorprendí, cuando al entrar en una de las mezquitas más antiguas del Cairo, le espetó a mi madre: "Guíller, chus". Lo hizo con el mismo tono canino con el que los humanos lo solemos hacer con nuestras mascotas ("Rumba, plash", "Soda, sit"), mientras uno de los musulmanes que oraban cerca de la puerta nos pedía con gestos que nos quitásemos el calzado (los "shoes") para entrar.

Unos días antes, después de que nuestro barco-crucero atracara en uno de los pueblos que jalonan la ribera del Nilo en su camino hacia Luxor, nos decidimos dar un paseo por el lugar. Aunque eran muchos los barcos que descansaban en la orilla, parecíamos los únicos occidentales decididos a curiosear por las calles sucias y desiertas del pueblo. Nos entretuvimos saludando a algunos niños que nos salían al paso y que indefectiblemente nos pedían "money" (una palabra que parece un conjuro en los países del Tercer Mundo) después de darnos la mano. Que al principio es divertido, pero después de 100 críos, a uno se le mete dentro la Duquesa de Alba y le da por recitar: "¡Qué coñazo de vida, qué pesaos son los pobres!". Caminábamos pues, esquivando sonrisas, cuando se nos acercó un policía negando con la cabeza. Los "maderos" egipcios llevan una chaqueta negra que está hecha de un material a medio camino entre el esparto y el fieltro. Nada más inadecuado para un país que tiene bien ganada la fama de ser uno de los más calurosos de la Tierra. El tipo parecía decirnos en plan Muchachada Nui: "Pero almas de cántaro, ¿qué hacéis vosotros, tan blancos, por estos andurriales?". A continuación movía la mano, en un gesto inequívoco de que le siguiésemos: "Yo os sacaré de aquí". "Nadie te lo ha pedido", pensábamos nosotros. Cada vez que se cruzaba con un lugareño le sonreía con autoridad y cierta complicidad también como aclarándole: "Mira, son mis blancos". Cuando llegamos hasta los barcos, la única zona en la que para él podían estar los occidentales, nos miró y dijo una palabra que nosotros, tan españoles y tradicionalmente libidonosos, entendimos como "hachís". "Amos no me jodas", dije, "el cafre este nos trae de vuelta aquí y encima nos ofrece costo". "Hachís", repetía nuestro intrépido guía con una media sonrisa. "No drugs, macho", le dije mientras abordábamos la pasarela que conducía a nuestro barco y nos hacíamos los europeos indignados. Un rato después fue el guía (oficial) el que nos aclaró que lo que el policía nos solicitaba era "bagsis", dinero. "Nena, esto ya lo he vivido", y ella pronunció dos palabras que me volvieron, meses después, a dejar petrificado: "Juan Rupis".

A la primera azafata que nos dio la bienvenida al avión que nos llevaría desde Luxor a El Cairo le preguntamos que quién había ganado las elecciones: "Los socialistas", nos aclaró con el mismo tono fúnebre con el que se anunciaba la llegada de la peste a las ciudades del medievo. "Ah, entonces hemos ganado", le cortó el pasajero que venía detrás de mí. Después, cuando llegamos al hotel, y encendimos la tele vimos como en una de las comparecencias Ángel Acebes decía la frase más críptica, más "jeroglífica" que se haya oído en nuestro país (o en otro) a un político: "El PP no es partido de fulanismos". En mi opinión (y sé que aunque no lo digáis en más de una ocasión lo habéis pensado) Acebes, aunque haga de todo para disimularlo, está bastante bueno y estoy seguro de que más de un miembro de la comunidad gay de Chueca se masturba pensando en él. No os molestéis, ya lo hice yo por vosotras: Se usa para aludir a alguien cuyo nombre se ignora o no se quiere expresar. Aunque según la Real Academia de la Lengua, el quinto significado de fulanoa es prostituta. Eso es lo que quería decir el angelito: "Los peperos no somos unas putillas".

El taxista que nos paseó por El Cairo respondía al nombre de Mohammed Mohammed, como si con una vez no fuese suficiente (imagino que sabréis que Mohammed es el nombre original del profeta que en español conocemos como Mahoma), y tenía en la frente la dureza, el callo de los muy fervorosos, de los musulmanes que llevan desde pequeños golpeándose la frente con el suelo al rezar. Y siempre acabas sacando la misma conclusión: ¡Qué bobos los hombres y qué estúpidas sus religiones!".

Así que rosas, un consejo, sed fulanas, fulanead.

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