miércoles, 30 de abril de 2008
el gato sabio
martes, 29 de abril de 2008
lunes, 28 de abril de 2008
frío
15 euros por una hora

domingo, 27 de abril de 2008
Soledad en la cazuela
- Son las dos y cuarto - respondió la joven, encendiéndose un pitillo
- Pues cuando pasen las y media, me avisas, para apagar el fuego
La cocina olía a caldo de marisco, a gambas peladas, y a soledad. Había que fumar allí porque el tío abuelo Miguel detesta ver a las mujeres fumando, y la muchacha, recién llegada, no pretendía cambiar las ideas de un señor de noventa años.
- Échate una cervecilla, hija, que así nos alegramos. A la Mercedes ponle una sin alcohol, que no puede tomar. Y siéntate, anda.
Mientras el caldo cocía con el arroz, las gambas, el pescao y las patatas, las tres mujeres, sentadas en una mesa de madera, echaban humo. Una había nacido en el 30, otra en el 50 y la más joven, que escuchaba tímidamente a las otras dos, a finales de los 70.
- ¿A tí no te ha salido ningún pretendiente? , preguntaba María Rosa a la Mercedes
- A mi tampoco, desde que murió mi Ángel.
María Rosa quedó viuda con 37 años. La habían educado para criar a los hijos y cuidar de su casa, y con esa edad tuvo que ponerse a trabajar. Hacía la calle, como decía ella, y estaba reventada. Todo el día andando, en el barrio que la tocara. Ahora repartía cartas y paquetes postales en los distritos 7, 3 y 1, y ya hacía varios años que hacía la misma ruta, por lo que la conocían ya bien. En la cocina, bien alto, había un azulejo con un cartero pintado. "El cartero", ponía. Calculaba que, con suerte, le quedarían tres años para poder jubilarse.
- Ya son y media, Maria Rosa.
La mujer apuró la cerveza, se levantó y movió con la cuchara de palo el arroz, que humeaba. Bajó el fuego y volvió a sentarse. Se encendió otro pitillo, negro.
- A mi se me fue mi Pedro, y se me fue la alegría -dijo la Mercedes.
Se sacó un colgante del interior de su blusa y se lo mostró a la joven.
- Aquí lo llevo siempre, en el corazón.
Del collar de oro colgaba una medalla en la que había grabada una foto de Mercedes con Pedro, de jóvenes. Él se la había regalado de recién casados. En el reverso, la fecha de nacimiento de ambos. Mercedes nació el 14 de febrero de 1930. Junto a la medallita, colgaban tres dientes engarzados en oro. Los dientes de leche de tres de sus nietos. Junto a los dientes, un hombre abrazando el sol, el indalo, símbolo de Almería.
sábado, 26 de abril de 2008
Fideos de Almería

Para el sofrito:
- pimiento rojo o verde
- cebolla picada
- tomate picado
Para el resto:
-chirlas
-un poquito de bacalao desmigao
-patatas peladas y cortadas a trocitos
-hoja de laurel
-habas
-alcachofas
-sal
Haces el sofrito, antes de apagar el fuego, echas un poco de pimentón.
En una cazuela cazuela con agua echas las chirlas o almejas, el bacalao, el laurel, las patatas, las habas, las alcachofas y la sal.
Cuando esté a punto de hervir, echas los fideos, gordos, tipo fidegua.
Cuécelo todo junto a fuego medio hasta que las habas o las patatas estén blandengues.
Ñam ñam...
miércoles, 23 de abril de 2008
martes, 22 de abril de 2008
sólo mía
sábado, 19 de abril de 2008
11.30 a.m.
mariposas
viernes, 18 de abril de 2008
miércoles, 16 de abril de 2008
siempre multiplicar
lunes, 14 de abril de 2008
alegría
sábado, 12 de abril de 2008
jueves, 10 de abril de 2008
UFFFF
miércoles, 9 de abril de 2008
mudaka
martes, 8 de abril de 2008
en la carretera
domingo, 6 de abril de 2008
AMOR, AMOR
No sé por qué, pero desde que la vi (y ahora que la he vuelto a repasar): el cuento de amor entre dos vaqueros perdidos en una montaña del oeste americano que consigue durar casi toda su vida y que relata la peli 'BrokeBack Mountain', de Ang Lee, es la que más me he creído de toda la historia del cine y de la mía propia.
Será por la genialidad del director o por la destreza de los actores, qué se yo, pero para mí es mucho más creíble que otras tantas historias de heterosexuales o de homosexuales a las que siempre les falta un 'puntito' de realidad en el sentimiento.
Y eso que es un relato triste, porque él (uno de ellos) está dispuesto a dejarlo todo, y él (otro de ellos) nunca llega a acompañarle en esa apasionada decisión.
Pero, por encima de su atípica historia, siguen queriéndose siempre, y al final lo que les queda son dos camisas entrelazadas con la sangre de su primer romance.
Muchos de nosotros querríamos llegar a tener eso, seguro.