miércoles, 2 de abril de 2008

sombrerería


En la calle de la Sombrerería ya no se venden sombreros, pero está esa tienda en la que venden todo el material necesario para los caballos, el bar que abre tan tarde y que siempre tiene un perro a la puerta, el horno de las empanadas y el edificio en obras perpetuas. Y al final, justo al final, cuando parece que la calle ya quiera acabarse, hay unas puertas mágicas, unas puertas que seguro que te llevan a otros mundos, a otros lugares. Ayer llamé flojito y no contestó nadie. Ayer pensé en hacerme okupa de otras realidades.

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